Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

Seguidores

sábado, 8 de marzo de 2014

¿Por qué preferimos la noche al día?

Está llorando en su cuarto, sola. La luz apagada. El reloj marca las tres de la mañana. Nadie va a escucharla. Está empapando la almohada. Cuando se despierte a la mañana siguiente, la almohada sólo estará húmeda.

Son las cinco cerca de Churruca. Tercera calada a un verde y la realidad se muestra soportable y divertida. Cierra los ojos, suelta el humo, inclina un poco la cabeza hacia atrás y le dice algo al de al lado, vacilante.

Son las doce. El trabajo les ha dejado exhaustos, el cansancio se les ha acumulado. Se duermen abrazados, descansan. Hasta las once del día siguiente sus pies no rozan el frío suelo de la habitación.

Las dos y yo aquí, preguntándome por qué aún hay quien cuestiona el por qué de que nos guste esto.
Si estás cansado y puedes dormir, lo haces. Si necesitas llorar y desahogarte a solas, lo haces. Si un libro te tiene atrapado y no puedes parar de leer, no lo haces. Si mañana tienes un examen, puedes sustituir tus horas de sueño por un par de cafés y las horas de estudio que te debes -puede salir bien a veces-.
Si has tenido un mal día, puedes acostarte, dormir y saltarte la noche por completo, pero si quieres salir ella siempre es joven, siempre hay algún bar abierto, alguien despierto. Muchos estarán bajo los efectos de las drogas, quizá tú, puede que sea divertido o por lo menos intenso, y es algo que de día no está tan bien visto.
Puedes pasarte toda la noche viendo películas. Quizá en Internet o manteniendo en WhatsApp una conversación con alguien que te encoge el estómago, alguien por quien miras continuamente la pantalla de tu móvil y sonríes a esa respuesta que te hace latir más fuerte. ¿Por qué parece que te avergüenzas?

La noche nos gusta porque podemos hacer lo que nos gusta. Nos gusta por el silencio o por el ruido, por la oscuridad que a veces y en cierto modo nos hace olvidarnos de nuestros complejos, de nuestros problemas, por la sensibilidad humana que, sea por el alcohol, por la nostalgia, por el ambiente solitario o de oscuridad y ojos rojos -por las ganas, la droga o el frío-, se enciende siempre a partir de medianoche y aunque a veces al día siguiente te arrepientas, sólo estabas siendo la versión más sensible de ti mismo.

La noche nos gusta porque se adapta a nosotros, dura lo que queramos que dure y suele carecer de estrés.
Si no quieres vivir la noche, acuéstate, duérmete y no te levantes hasta que salga el sol. Esta noche durará lo que tú quieras. En cambio, no busques excusas: el día vas a tener que vivirlo, quieras o no.