Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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sábado, 14 de septiembre de 2013

Putadas y patadas emocionales.

Sé que no estoy del todo cuerda. No ahora mismo, no todo el tiempo. Sé que disfruto con muy pocas cosas y demasiadas se convierten en mi propio infierno. Este infierno mío tiene más superficie en metros cuadrados que el planeta Tierra y mi paraíso es muy fácil de encontrar si no lo buscas. Ayer apareció por casualidad. Lo encontré cerca de las diez, cuando el sol se estaba poniendo y nos inundaba un resplandor hermoso y rojizo tras la ventana, pero a pesar de todo esa no era la razón de tanta efusividad.
Laura y yo estábamos planeando un viaje con toda la seguridad del mundo cuando las dos sabemos que no va a suceder. Inglaterra, siempre siento que eres tú la que vas a volver. Que sea como sea, pisaré la zona de Castle Meadow y el músico callejero situado delante del Primark, en la calle de nuestro Starbucks, a segundos de nuestro Forum, volverá a tocar alguna pieza en español sólo para nosotras y depositaremos en la funda de su guitarra todos los peniques que seamos capaces de recaudar.

Vivíamos en el pico más alto si la felicidad fuese una montaña. Y me temo que sí lo es: una montaña que hay que escalar. Ahora Laura y yo estamos intentando trepar pero nos caemos todo el tiempo, cada vez nos cuesta más subir. Me obsesiona la idea de conseguirlo, tanto que pierdo el Norte y a veces se me olvida que lo que realmente quiero hacer es volver a ver a esos británicos de aquel instituto que tanto se desvivieron por nosotros, volver a desayunar y cenar en casa de mi señora P. Lake y ver Coronation Street con ella como quien ve Amar en tiempos revueltos.

Estoy cansada de esperar, de tardar, de depender y de actuar con tanto esfuerzo sin ningún beneficio claro. Aunque aquí el beneficio claro es esta esperanza, y saber que lo hemos intentado hasta agotar todas las posibilidades. Será horrible pensar una y otra vez en un futuro muy cercano qué hubiera pasado con Norwich si hubiésemos vuelto. No me quiero quedar con las ganas. 
Sé que si no vamos este año todo se irá a la mierda. Las amistades hay que cuidarlas, regarlas como a las plantas y las nuestras ya están pochas y secas, pero aún no se han muerto. Desde la distancia hemos hecho lo que hemos podido.
No sé si a ella le sucedía lo mismo, pero yo me sentí viva recaudando información, planeando nuestra escapada. Sentí una vez más mi renacimiento mientras nos intentábamos acercar un poco y un poco más al recuerdo y a la posibilidad. Fue bonito y duró lo correspondiente a todo lo que lo es.

Volveré a perderme por esa ciudad. Soñar es fácil, bueno y gratis.
Está siendo difícil hacerlo realidad.